Frente a la pandemia de covid-19

Son muchas las situaciones que nos generan emociones en nuestro día a día. La canción que sonaba de fondo en aquella velada inolvidable. La escena de la película en la que empatizamos con el protagonista. El recuerdo del lugar donde jugábamos en la infancia.
En todo caso, emocionarnos nos recuerda que estamos vivos. Las emociones dejan huella en nuestro camino. Cualquiera de nosotros podría poner ejemplos de experiencias, situaciones o estímulos que elicitan una emoción. Las emociones están ahí, para ser vividas, comprendidas, expresadas. En la medida en que seamos capaces de gestionar nuestra vida emocional, podemos charlar sobre inteligencia emocional.

La inteligencia emocional no es algo nuevo, aunque tendamos a pensar que sí. Le ocurre también a otros términos aparentemente “novedosos”, como la resiliencia. Presentes desde hace mucho en familias que no llegan a final de mes y, aun así, nunca se rinden.

Desde el principio de los tiempos, venimos afrontando situaciones que requieren de un manejo efectivo de nuestras emociones. Solo que ahora se le asigna un nombre para estar seguros de que hablamos todos de lo mismo. Además de que nos da pie a medirlo y proponer intervenciones orientadas a su mejora.

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Verónica Rovayo

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